Daremos una mirada a la evolución urbanística y social de una de las ciudades coloniales más significativas en América Latina, conocida hoy como Antigua Guatemala. Fundada en 1543, Santiago de Guatemala fue diseñada siguiendo un trazado de damero, típico del urbanismo renacentista español, que se diferenciaba de otras ciudades coloniales por la amplitud de sus calles y la planificación anticipada de sus espacios urbanos.


Inicialmente, las calles de Santiago de Guatemala eran de tierra, un hecho común en muchas ciudades coloniales de la época. Durante el siglo XVI, las calles no solo carecían de pavimento, sino que también eran vulnerables a las inclemencias del tiempo, lo que dificultaba la movilidad, especialmente durante la temporada de lluvias. Sin embargo, con el crecimiento de la ciudad y su consolidación como un importante centro administrativo y religioso, se comenzó a buscar soluciones para mejorar las condiciones de las vías públicas.
El empedrado de las calles comenzó a popularizarse hacia finales del siglo XVI y principios del XVII, en un esfuerzo por mejorar la movilidad y la durabilidad de las infraestructuras urbanas. Este tipo de pavimento, hecho de piedras irregulares colocadas sobre una base de arena, ofrecía mayor resistencia al desgaste y facilitaba el tránsito de carruajes y peatones. Para la época, el uso del empedrado en Santiago de Guatemala se convirtió en una señal de progreso y modernidad, diferenciándola de otras ciudades coloniales que tardaron más en implementar estas mejoras.
Las calles de Santiago de Guatemala eran notablemente más anchas que las de sus pares europeas de la misma época, un aspecto que reflejaba no solo la influencia del urbanismo renacentista, sino también la adaptación a las condiciones locales. Mientras que en muchas ciudades europeas las calles tendían a ser estrechas y laberínticas, las calles de Santiago fueron diseñadas con una amplitud que permitía una mejor circulación del aire y un tránsito más fluido. Esto no solo facilitaba la movilidad, sino que también se adaptaba mejor a las condiciones climáticas y sísmicas de la región.

El diseño de la ciudad también incorporó amplias plazas y espacios públicos, siendo el más emblemático el Parque Central, que no solo funcionaba como un lugar de encuentro social, sino también como un punto de convergencia para las principales arterias de la ciudad. Las calles empedradas que rodeaban la plaza central y otros puntos clave de la ciudad estaban diseñadas para soportar el peso de los carruajes y el tránsito constante de personas, convirtiéndose en una parte integral de la infraestructura urbana de Santiago de Guatemala.
Durante los siglos XVI y XVII, las calles de Santiago de Guatemala no eran solo vías de tránsito, sino que también servían como escenarios para eventos religiosos y sociales. Las procesiones religiosas, especialmente durante la Semana Santa, utilizaban las principales calles de la ciudad, como la Calle de la Nobleza y la Calle de Concepción, para su recorrido. Estas procesiones eran eventos de gran importancia social y espiritual, que congregaban a gran parte de la población.
Además, las calles también eran el centro de la vida comercial y cotidiana. Mercados informales surgían en diversas áreas de la ciudad, donde se comerciaban productos locales y se generaba una vibrante actividad económica. Este uso multifuncional de las calles contribuyó a la riqueza cultural y social de Santiago de Guatemala, haciendo de sus vías públicas un reflejo de la vida colonial en su totalidad.

El terremoto de 1773 que devastó Santiago de Guatemala marcó un hito en la historia de la ciudad. La decisión de trasladar la capital a un nuevo sitio dejó a la antigua ciudad en un estado semiabandonado, lo que paradójicamente permitió la conservación de gran parte de su trazado original y de su infraestructura, incluyendo las calles empedradas. En los siglos siguientes, con la restauración y repoblación de lo que hoy se conoce como Antigua Guatemala, se ha mantenido y protegido gran parte del empedrado original, conservando así la autenticidad y el espíritu colonial de la ciudad.
Hoy, caminar por las calles de Antigua Guatemala es recorrer una ciudad que ha preservado su esencia histórica, donde el empedrado antiguo, las amplias calles y las estructuras coloniales ofrecen un testimonio vivo de su pasado esplendoroso. La movilidad en sus calles sigue siendo una parte vital de su identidad, permitiendo a locales y visitantes experimentar una ciudad que, aunque modernizada en algunos aspectos, sigue siendo un reflejo de la rica herencia colonial de Guatemala.

Una característica interesante de las calles de Santiago de Guatemala eran los guardacantos en las esquinas, generalmente hechos de piedra. Estos elementos protegían las esquinas de los edificios y de las calles del desgaste causado por el tránsito de carruajes y caballos, demostrando que las banquetas o aceras no eran habituales en la ciudad colonial. La existencia de estos guardacantos subraya que la ciudad estaba más diseñada para el tránsito de carretones y animales que para los peatones, quienes compartían el espacio de la calle con otros tipos de tránsito.
Como dato extra: muchas de las puertas y portones de las casas más antiguas cuentan con tocadores colocados a una altura fuera de lo habitual, diseñados para que los visitantes a caballo pudieran llamar a la puerta sin necesidad de bajarse de su montura. Este detalle arquitectónico es un recordatorio fascinante del tipo de tránsito que existía en Santiago de Guatemala durante su época de mayor esplendor.
- Créditos de fotografías: Tomadas del grupo Fotos antiguas de Antigua Guatemala | Facebook
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